Es probable que, para cualquier visitante, lo más llamativo de Bucarest sean sus dramáticos contrastes. Baja uno del metro en Piaza Udirii —que, para un santiaguino, viene a ser el equivalente a Plaza Italia— y la estación se presenta como una precaria galería comercial subterránea: hombres y mujeres de edad madura, rostro ajado y expresión un tanto hostil figuran sumergidos en sus kioscos; kioscos repletos de ropas, maletas, aparatos eléctricos de unas marcas bastante dudosas y toda clase de otras chucherías; además de frutas, golosinas y abarrotes varios.
Pero subiendo por la escalera mecánica —saliendo de este espacio oscuro, sucio y atestado—, se encuentra uno con un cruce de avenidas principales: por un lado, una concurrida arteria sitiada entre edificios de oficinas financieras y modernas galerías comerciales; por otro, una vía de tres carriles por lado y un bandejón central de un ancho que podría hacerlo llamarse plaza, pero sin árboles. Esta última desemboca en lo que supuestamente es el segundo edificio más grande del mundo después del Pentágono: la Casa Poporului (casa del pueblo), monumental ícono de la época comunista.
Luego, internándose un poco en cualquier dirección, comienzan a aparecer los perros, los viejos y los mendigos: cientos de ellos errando por las calles, arrellanados en las fachadas o hurgando en los basureros; todos ellos con la misma mirada perdida y triste. Muchos viejos y pocos niños, como en casi toda ciudad europea. Y llama la atención la casi total ausencia de gitanos: esos personajes que en el imaginario colectivo figuran como la amplia mayoría de la población rumana, apenas sí se dejan ver en el centro de Bucarest.
Finalmente cabría mencionar que, entre los derruidos edificios de departamentos y loa sitios patrimoniales en incipiente proceso de reconstrucción, se alzan (o se hunden) las particulares cúpulas de las iglesias bizantinas; marcas del predominio del cristianismo ortodoxo en todos los Balcanes.
1 comentario:
Fernanda;
Buena descripción, aunque definitivamente con algunos mejores momentos, por ejemplo, la imagen de los viejos y niños, que es un excelente recurso para que la gente pueda ver el lugar. Perdona por lo tarde del comentario, pero no tenía anotado tu blog.
Puntaje: 0,7
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